En más de una oportunidad hemos tocado este tema en este mismo espacio de opinión; aunque desde diferentes perspectivas, desde el Big Data, pasando por el diseño de sistemas basados en inteligencia analítica y el aprendizaje validado, como instrumento para la preservación de ventajas competitivas.
Naturalmente que para tomar decisiones los gerentes o empresarios, según sea el caso, comparan costos y beneficios auxiliándose para ello de sistemas enfocados, históricamente, en costos; de hecho, los sistemas para la planificación de requerimiento de materiales (MRP, por sus siglas en inglés; Material Requierement Planning) han sido concebidos con esa lógica cartesiana; aunque los planes de producción para atender la demanda, tomando en cuenta las capacidades disponibles, la existencia de materiales y las horas laborales, deben modificarse usualmente ante restricciones inmediatas o perturbaciones imprevistas; es decir, por la Ley de Murphy.
Ahora bien, lo relevante del tema, para este artículo, es que muchas veces los sistemas de información basados en costos asignan recursos, prioritariamente, a los productos con mayores márgenes de ganancia sobre costos, buscando así maximizar las ganancias, por producto; aunque los resultados financieros serían distintos si se privilegiaran otros productos con mayor valor agregado (sistemas basados en valor), separando de estos los costos operativos e inventarios; siendo estos los principales indicadores de control de esquemas basados en valor.
Estos sistemas facilitan la identificación de cuellos de botella en los procesos de producción, permitiéndoles a los administradores definir políticas para la gestión de amortiguadores (buffer de espacio o tiempo) que optimicen los resultados de actividades con limitaciones, mediante el suministro oportuno de insumos o partes, de otras actividades no sujetas a restricciones; esto podría lograrse acumulando insumos ante dichos cuellos de botella para evitar la interrupción de los procesos, iniciando antes de lo previsto algunas actividades o realizándolas simultáneamente, a fin de sincronizar los tiempos ciclo de las actividades que forman parte de un mismo proceso.
Considerando aquí que los sistemas de información deben responder a objetivos de planificación, control y simulación; cuando estos se diseñan con enfoque de valor, no de costos, lo que se busca maximizar también es la ganancia global de la empresa; aunque no mediante la suma de márgenes de contribución, por producto.
La ganancia se busca a partir de diferenciales entre precios y costos de materias primas, por producto (valor agregado); considerando el costo de personal, para efectos prácticos, como costos operativos, indistintamente que corresponda a personal del área de producción (mano de obra directa e indirecta) o no (gastos de estructura). La mezcla de productos, volúmenes y mercados de destino será distinta con este procedimiento y, sorprendentemente, como lo demostró Eliyahu M. Goldratt mediante sus aportes a la teoría de las restricciones, los resultados financieros suelen mejorar. Su libro: "La Aguja en el Pajar, cómo encontrar información en un mar de datos", es una referencia obligada para el estudio de esta temática.
Obviamente que no se está sugiriendo aquí abandonar la contabilidad de costos como instrumento de gestión; pero sí sería interesante que al planificar la producción se preguntaran: qué pasaría si calculamos los resultados financieros del negocio auxiliándolos del valor agregado de los productos (precio menos costo de materia prima) y los comparamos con los obtenidos mediante la técnica convencional del margen de contribución.
Puede ser que las ganancias de la empresa resulten superiores, no porque se estén "subestimando" arbitrariamente los costos de venta, al excluir del análisis alguno de los elementos convencionales de los costos, sino porque la mezcla de productos, volúmenes y mercados de destino obtenida mediante este método será distinta.
